LA SEÑORITA CRI CRÍ

LA SEÑORITA CRI CRÍ
(Libro "Cuentos de leche")
Por Álvaro Podestá
La señorita Cri Crí es una niña de rostro redondito que usa anteojos redonditos y que cuando sonríe contagia con su alegría redondita a quien la quiera mirar.
Es que la señorita Cri Crí es especial. Para ver bien, necesita anteojos; para entender lo que le enseña la tía, se demora un poquito más; y como tiene muy buen apetito, luce como un peluche gordito.
La señorita Cri Crí disfruta hablando de su perrita guardiana llamada Aguacero. Dice, por ejemplo, que, cuando ella llega a la casa, su perrita baila “conga” de la felicidad; o que si juegan a policías y ladrones y le ordena que ¡ataque!, su perrita se pone las patas en el pecho como si tuviera un ataque al corazón; o que su perrita es adiestrada, y que su mejor truco es hacerse la dormida y roncar.
Este año la señorita Cri Crí fue por primera vez al Jardín. Las vacaciones enteras se las pasó preparando su mochila y preguntando cuántos meses, días y horas faltaban para el inicio de las clases.
—Al Jardín, al Jardín, muchos amigos tendré en el Jardín —cantaba y bailaba la señorita Cri Crí—, jugando a la ronda con su perrita adiestrada.
El primer día de clases finalmente llegó y la señorita Cri Crí salió de su casa saltarina como un osito juguetón, mordisqueando antes de tiempo su rica y nutritiva colación.
Al cruzar la puerta del Jardín multicolor, su sonrisa era más grande que el sol y el cielo enteros. — ¡Hola cuatro ojos! —le dijo sin querer herirla un niño que hacía rodar un camioncito por el suelo. —Ho-hola —masculló la señorita Cri Crí—, y se quedó pegada en una esquina de la sala, haciendo un enorme puchero, pues su mamá, su papá y su perrita guardiana no estaban allí para protegerla.
La tía saludó a todos los niños y niñas y le preguntó a la señorita Cri Crí (que aún seguía pegada en la esquina de la sala): — ¿Cuál es tu nombre? —Cri Crí —respondió ella—, atropellándose con la lengua, pero no demasiado. Es que la señorita Cri Crí es de sonrisa fácil, pero tiene cierta dificultad al pronunciar. —La gorda no sabe hablar —dijo sin querer ofenderla una niña que hablaba de corrido como una estrella fugaz.
La Señorita Cri Crí estaba completamente angustiada por el recibimiento que había tenido en su primer día de clases y su llanto estaba por estallar. Pero la tía, que era tía y mamá, salió en su ayuda de una manera genial: — Señorita Cri Crí —preguntó—, ¿le gustaría bailar?
Al escuchar esto, a la señorita Cri Crí se le iluminó de la alegría su cara redondita. Y dejándose llevar por la música, ni cuenta se dio que estaba en el centro de la sala bailando y no en la esquina haciendo pucheros. Con sus ojos cerrados danzaba dulcemente, imaginando que estaba en su casa, bailoteando con su perrita, su nana y sus papás.
Al terminar la música, abrió despacito sus ojos y… ¡sorpresa!: quienes bailaban con ella no eran en realidad su perrita, su nana y sus papás, sino que los niños y niñas del jardín, que la imitaban y la tomaban de la mano para hacerla su amiga.
El primer día fue difícil, es cierto, pero hoy, cuando la señorita Cri Crí llega al Jardín, sus amigos y amigas corean con alegría ¡Cri Crí, Cri Crí! Ya a nadie le importa que use anteojos, o que se demore un poquito más en aprender, o que sea rellenita como un peluche, pues a la hora de bailar y sonreír, la señorita Cri Crí es única.
—Y a ti… ¿Qué es lo que te hace especial?
FIN